Conama 2016 analizará los retos que la nanotecnología plantea al medio ambiente

Ropa que nunca se mancha, bombillas que se autoalimentan, tatuajes capaces de medir nuestras emociones, terapias certeras contra el cáncer….la nanotecnología abre un catálogo de sueños futuristas. Muchos de ellos se han hecho ya realidad en el presente sin que la sociedad sea muy consciente de ello.
La industria vive la fiebre de los nuevos materiales obtenidos a partir de las sustancias de siempre, oro, plata, cobre, etc… pero manejados a un tamaño casi imposible de imaginar: la milmillonésima parte de un metro. Algo así como comparar el ancho de la tierra con el de una canica. A esa escala, el elemento tradicional presenta propiedades y comportamientos inesperados que disparan las posibilidades de la ingeniería.
Estas posibilidades dan lugar a una gran cantidad de beneficios medioambientales, por ejemplo el tratamiento eficaz de las aguas residuales con filtros de nanotubos de carbono o células solares de producción de energía renovable que utilizan nanocristales de silicio. 

Recreación de unos átomos de hidrógeno dispuestos sobre una capa de grafeno. © Thomas Young Centre

La pregunta es: ¿tenemos suficiente control sobre posibles consecuencias adversas? Algunos estudios en laboratorio sugieren determinados riesgos para la salud, pero la información es aún menor para el caso de los riesgos ambientales. A día de hoy todavía los retos son numerosos. Los esbozamos con Maj-Britt Larka, Subdirectora General de Calidad del Aire y Medio Ambiente del MAGRAMA, y miembro del grupo de trabajo Oportunidades y retos de los nanomateriales (GT-13) del CONAMA.
 

1. Creación de un registro de productores e importadores de nanomateriales. “No sabemos quién los produce o importa porque el Reglamento europeo REACH, que controla las sustancias y productos químicos, exige el registro a partir de una tonelada de producción al año. En el caso de los nanomateriales no llegamos lógicamente a esas cantidades. Estamos hablando de kilos”.
2. Legislación específica. “A nivel comunitario se está estudiando la necesidad de que deba existir o no legislación específica y eso es lo que estamos abordando en el grupo de trabajo en el que también participan investigadores, docentes, consumidores y la propia industria que emplea nanomateriales, como la aeronáutica y la automovilística. Actualmente se aplican directivas como la de prevención de contaminación (Directiva Seveso II), la Directiva Marco sobre aguas, y otras sobre residuos, pero quizás no sean suficientes y se debería elaborar una metodología para medir y evaluar sus riesgos concretos”.
3. Mejorar el conocimiento científico sobre los posible efectos de su uso sobre el medio ambiente. “No hay bastante información sobre lo que pasa, por ejemplo, con los nanoresiduos. ¿Están volviendo sin control a la vida de nuevos productos obtenidos del reciclaje?”.

Hay muchas señales de que el tema preocupa y a Maj-Britt Larka no se le escapan: “La UE va a crear un observatorio para nanomateriales, y eso quiere decir que hay todavía algunos  interrogantes. La OCDE por su parte ha establecido un grupo de trabajo. Una de las cosas más importantes para el Ministerio es identificar estos retos, y por otro lado hacer una puesta en común de todos ellos con los sectores implicados para tener una postura clara como país en el caso de que Bruselas empiece a elaborar una legislación específica”, concluye.