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¿Vertido cero o residuo cero?

22/11/2016 - Marta Montojo

En un sentido transversal a todos sus ejes, Conama pone sobre la mesa la importancia de transicionar hacia una economía baja en carbono y circular. Entre las actividades del eje de residuos, abordará diferentes cuestiones, como qué estrategias están funcionando mejor, dónde y cómo lo hacen. Para ello, contará con la presencia de ponentes internacionales que nos contarán su experiencia en iniciativas como la de Zero Waste, que pretende ir incluso más allá del vertido cero.

La necesidad de promover modelos económicos más circulares, con el objetivo de obtener nuevas materias primas, hacer un uso más eficiente de los recursos y minimizar los impactos ambientales,se traduce en el establecimiento de objetivos europeos en materia de residuos cada vez más exigentes que,por distintos instrumentos, se están trasladando a los estados miembros.

El nuevo paquete de economía circular, publicado por la Comisión Europea el 2 de diciembre de 2015, establece el objetivo vinculante de reducción de la eliminación en vertedero a un máximo de 10% de todos los residuos de aquí a 2030. En consecuencia, esta situación está marcando una tendencia de penalización de forma cada vez más gravosa al vertido de residuos con el objeto de favorecer el resto de formas de gestión y valorización, siguiendo la jerarquía de residuos.

El vertido cero consiste, como su propio nombre indica, en evitar que nada se vierta y, por tanto, exige que el residuo sea aprovechado (mediante la reutilización, el reciclaje o el compostaje), o incinerado, para que no acabe en vertederos. Sin embargo, hay quienes consideran que se debería ir todavía más lejos.

Es el caso de Zero Waste Europe, una red de asociaciones y organizaciones europeas que promueven la estrategia de residuo cero, que no sólo aboga por la eliminación de vertederos -como hace la de vertido cero- sino que busca evitar que se genere el residuo en primer lugar, ya sea desde la fabricación de los productos a partir de materiales perecederos o biodegradables, la reutilización, el reciclaje o el compostaje (en el caso de la materia orgánica), sin tener que quemar los residuos ni enterrarlos.

“Con el vertido cero, se prioriza terminar con los vertederos y esto se suele materializar en prohibiciones de vertidos, como ocurre en Suecia, Alemania o Dinamarca”, explica Ferran Rosa, responsable de políticas de residuos de Zero Waste Europe. Prosigue: “El problema es que, en ocasiones, el énfasis extremo sobre prohibir vertederos sin ofrecer alternativas se ha traducido en un aumento de la capacidad de incineración. En estos países, de hecho, la Comisión Europea estima que hay sobrecapacidad de incineración, tanto que tienen que importar residuos para incinerar. Hablamos pues, de una transferencia de residuos una tecnología finalista a otra –del vertido a la incineración”. Así, el residuo cero "rechaza el vertido y la incineración como soluciones a la gestión de residuos e intenta ir a la raíz del problema, mirando prevenir en primer lugar la generación de estos recursos", reitera.

Además de proponer estrategias  y líneas de actuación para alcanzar el residuo cero, que también incluye la difusión de campañas de sensibilzación ambiental para que sean los consumidores los que apuesten por opciones más ecológicas (como la compra de productos al granel, en lugar de envasados), Zero Waste Europe premia a los municipios europeos que mejores resultados obtienen en la gestión de sus residuos.

En España, sólo Cataluña y el País Vasco cuentan con "municipios zero waste". "Son muchos los municipios catalanes que reciclan el 80% de sus residuos, y ·algunos incluso llegan al 90%", aduce Josep Maria Tost i Borràs, director de la Agència de Residus de Catalunya, quien atribuye el mérito de los resultados al modelo de recogida "puerta a puerta" o "bolseo", y también señala el apoyo de una efectiva educación ambiental en las escuelas.

Por su parte, Vicente Galvan, director del Centro de Competencia de Medio Ambiente de Ferrovial, alega que es imposible llegar al residuo cero, ya que "la incineración es inevitable". Aunque elogia la labor de la multinacional Ford en la reutilización y reciclaje de los materiales de la empresa, que pone como ejemplo de buenas prácticas hacia el vertido cero, asegura que, a nivel municipal, la situación es mucho más compleja.  Para él, el handicap con el que cuentan el resto de municipios españoles -excluyendo los de Cataluña y País Vasco- pasa por una ineficaz recogida selectiva y una baja capacidad de incineración.  "En España, solo funcionan unas diez plantas de incineración, frente a las 300 o 500 que tienen países como Francia y Alemania", sentencia.