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“En un futuro todos los agricultores tendrán un dron”

25/10/2016 - Carolina Rueda

El uso de drones suele asociarse al ocio o a la obtención de imágenes espectaculares para cinematografía, pero sus oportunidades son inmensas en todos los campos, incluyendo el medioambiental. Algunas de ellas se abordarán en el Grupo de Trabajo Teledetección y Sensores Medioambientales (GT14) del Conama 2016

Los drones nacieron para fines militares en Estados Unidos, pero hoy en día, el uso de estos ingenios voladores no tripulados y manejados por control remoto es eminentemente de carácter civil. “La mayor parte se emplea en seguimiento de obras porque es un campo muy amplio que incluye carreteras, canalizaciones de gas y de petróleo…También las compañías eléctricas suelen disponer de drones para inspeccionar sus miles de kilómetros de líneas eléctricas. La que menos cuenta con 13 o 14”, avanza Pedro Oñorbe, vocal de la Comisión de Medio Ambiente del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid, y autor de la ponencia sobre drones que será presentada en el Conama.

Pero mirando al futuro, el experto destaca el papel que estas aeronaves jugarán en la agricultura de precisión. “Incorporando al dron una cámara multiespectral se puede conseguir información acerca de la salud de la planta, saber si padece estrés hídrico o foliar, y en función de todos esos datos correctamente interpretados tomar las decisiones adecuadas en la forma de cultivar”. Oñorbe reconoce que también los sensores de tierra ofrecen un servicio equivalente, pero defiende la polivalencia de los drones como un valor añadido: “Como ahora las cámaras pesan muy poco, un solo dron puede llevar una segunda cámara óptica para sacar fotografías y videos con las que promocionar la finca. Por ejemplo un viticultor que quiera desarrollarse en el enoturismo necesita una buena presentación visual de su negocio. Además un dron de una calidad suficiente se puede conseguir por algo más de mil euros. En un futuro todos los agricultores tendrán un dron”.
 
Dos de los usos ambientales que generan más expectativas, “aunque todavía no se han conseguido por motivos económicos” admite Oñorbe, son las inspecciones bajo el agua y la lucha nocturna contra incendios. Especialmente esta última se contempla por varios argumentos de peso, como es el de evitar graves riesgos a los pilotos que descargan agua sobre las llamas y aumentar la eficacia de las labores de extinción. “La propuesta es utilizar aviones tripulados de transporte, cargados con seis o siete grandes depósitos de agua. A una distancia prudencial los depósitos se dejan caer secuencialmente por gravedad, por lo que pueden acercarse mucho al fuego para soltar la carga. Una vez sin peso se transforman en drones que regresan a la base”.
 
El de la recuperación de los depósitos de agua en extinción de incendios sería uno de los escasísimos usos que actualmente realizan los drones al margen de la obtención de información, sea en datos o en imágenes. “Otra de esas rarezas sería el lanzamiento de chalecos salvavidas a personas en el agua. Se trata de aplicaciones del dron como robot”, ilustra el ingeniero.
 
Uno de los platos fuertes de la ponencia de Pedro Oñorbe en Conama, será la situación normativa de estos aparatos, pendiente de una reforma que se presume será aprobada en los próximos meses. “Esa reforma contempla la posibilidad de utilizar drones sobre ciudades o aglomeraciones de personas gracias a una autorización administrativa, algo que hoy está prohibido sin excepciones. La gente debería saber que hace frente a multas importantes por grabar una boda usando un dron.  Tampoco se pueden usar de noche o cerca de aeropuertos”. 
 
Oñorbe llama la atención sobre el desconocimiento que los dueños de drones suelen tener sobre su normativa. “Hay que tener un curso de piloto de drones con 10 horas de prácticas. Y si además le vas a sacar un rendimiento económico tienes que ser operador con una empresa dada de alta y su consiguiente seguro de responsabilidad civil de, como mínimo, 600.000 euros, que además va a pasar en breve a ser de dos millones de euros. La reforma del reglamento también clarificará este aspecto, ahora poco definido”.
 
La Asociación Española de Sistemas Aéreos Pilotados Remotamente (AERPAS) agrupa a más de 300 empresas del sector. A nivel europeo las estadísticas también revelan un aumento exponencial del uso de drones. Pedro Oñorbe le pone cifras aludiendo al llamativo número de ventas: “El año pasado se vendió un millón en Estados Unidos, y otro millón en Europa”.