¿Cómo es la moda sostenible?
La moda sostenible pretende conseguir prendas con un impacto menor en el medio ambiente. Entre las alternativas que la conforman, encontramos al grupo de trabajo de Basuras marinas de Conama 2016 desde donde se explica como obtener tejidos a partir de los residuos encontrados en el mar.
Cada vez que nos damos la vuelta, aparece una palabra nueva dentro de la moda sostenible. Slow fashion, moda ecológica, ética, de bajo impacto, reciclada… Con este artículo hemos intentado conocer de la mano de emprendedores del sector textil qué implica cada una de estas corrientes y las estrategias para llegar a una moda con menor impacto en el medio ambiente.
La moda sostenible es un movimiento que pretende hacer que la producción de ropa y complementos sea más respetuosa con el medio ambiente. Sin embargo, hoy día hay diversos debates sobre las estrategias que hay que seguir para conseguirlo y surgen dudas sobre los conceptos, el precio, la variedad, la disponibilidad y si deben incluir criterios éticos o límites en los niveles de producción. Para arrojar luz al tema, presentamos las tres ramas dentro de la moda sostenible de las que más se han hablado.
Slow fashion: el modelo de producción lento
Una de las características de la moda convencional es la producción masiva de ropa a lo largo del año. Esto ha generado que acabe convirtiéndose en un producto más de usar y tirar y que se acumule en los vertederos. Frente a ello, surge el movimiento slow fashion (moda lenta). Gema Gómez, diseñadora y creadora de la plataforma de emprendedores Slow Fashion Next, la define como “una corriente que se opone a la moda convencional de baja calidad y consumo rápido, denominada fast fashion (moda rápida)”.
La moda lenta pretende motivar una actitud más responsable, el intercambio o transformación de las prendas que ya existen y la compra de productos elaborados con tejidos de bajo impacto ambiental y producidos con una ética más duradera y respetuosa con el medio ambiente. “Si fuéramos consciente de la energía y de los recursos que ha necesitado una prenda para hacerse no invertiríamos nuestro dinero en algo que ha costado tanto y que va durar tan poco tiempo”, explica la diseñadora.
Para conseguir fomentar el slow fashion se pretende, por un lado, educar a las nuevas empresas en los modos de producción y en conceptos de calidad de las prendas. “Desde Slow fashion Next realizamos cursos para profesionales que quieran integrarse en el ámbito, conocer las fibras, los proveedores, los costes y otras cuestiones. Además, organizamos las Jornadas de Moda Sostenible para que se creen redes de colaboración”, aclara Gema Gómez.
Por otro lado, esta plataforma de moda también pretende informar a los consumidores: “Vamos a crear un directorio de marcas de diseñadores independientes con criterios ecológicos y éticos para el público”, indica su portavoz. Con ello se pretende impulsar pequeñas marcas que trabajan a nivel local con modelos de producción menos industriales y, sobre todo, más creativas, para que cada persona encuentre el estilo que más se le ajuste. Al ser importante alargar la vida de las prendas, un diseño original, único y atemporal se convierte en un criterio esencial.
La moda sostenible y los tejidos de bajo impacto
Otro de los rasgos de la industria textil convencional es la utilización de numerosas sustancias químicas que pueden tener impactos sobre el medio ambiente e incluso, sobre la salud humana. En oposición a esto, encontramos la moda que promueve la utilización de tejidos de bajo impacto ambiental. Estos pueden provenir, por un lado, de cultivos sostenibles de algodón orgánico, lino o cáñamo, caracterizados además por no utilizar fertilizantes, plaguicidas y herbicidas químicos y de síntesis que sean agresivos para la tierra. Por otro, los tejidos más verdes pueden pueden ser aquellos hechos de poliéster, nylon u otros materiales artificiales reciclados.
A pesar de los beneficios que parecen tener los tejidos de menor impacto, existen dudas en cuanto a su precio, disponibilidad y veracidad que obstaculiza el emprendimiento en este ámbito. Eva García, creadora de la marca Ecoology, cuenta que, desde su experiencia, dedicarse a la moda con tejidos orgánicos de bajo impacto en España no ha sido nada fácil.
El primer desafío es diseñar con una menor variedad de tejidos. La emprendedora recuerda entre risas cómo ha evolucionado la presencia de los tejidos naturales en España: “Hace unos años todo era color beige, parecía que si te gustaba lo ecológico, no podías llevar colores. Ahora esto ha cambiado, hay gran variedad de tonos. La moda ecológica sí es bonita y sí es original”, afirma.
El segundo desafío es el precio de los tejidos: “Los materiales son entre seis y siete veces más caros. Tengo que ajustar los márgenes de beneficio para competir con los precios impuestos por la dictadura del fast fashion. Si pusiera los correctos, una camiseta costaría 90 euros en vez de los 45 euros de ahora y sería aún más difícil de comercializar”.
El tercer desafío es la inclusión de criterios éticos en la producción textil. Esta diseñadora declara que, bajo su punto de vista, la moda no solo debe respetar el medio ambiente sino también a las personas. Eva García colabora con un taller de Barcelona que emplea trabajadores en riesgo de exclusión social. “Cuando se diseñan las prendas hay que preocuparse también de que no haya niños trabajando, que los empleados tengan un sueldo digno o de que no se derrumben los edificios donde se hace la ropa", afirma.
En este sentido, ante las críticas sobre el precio de la moda sostenible, Eva García plantea: “Lo barato es explotar. Si las grandes firmas no pagan recursos, no pagan por contaminar un río y no pagan el sueldo de una niña de 12 años, claro que pueden llegar al mercado con precios bajísimos. Pero después el río hay que descontaminarlo, hacer programas sociales para esa niña, etc. ¿Al final que es más caro? ".
Además de esto, otros profesionales del mundo de la moda como Mikel Feijoo Elzo, creador de la marca de ropa sostenible Skunkfunk, opina que la sostenibilidad es más que la utilización de tejidos de bajo impacto: “Es un enfoque de 360º, fibras, procesos húmedos, packaging, diseño, logística y transporte, comunicación con el consumidor, uso de energía y reciclado…hay mucho donde actuar.”
En cuanto a cómo un cliente puede asegurarse de que una empresa vende aquello que dice, el creador de Skunfunk hace hincapié en las certificaciones: “Son necesarias para saber lo que compras y poder comunicar con credibilidad lo que vendes. Hay mucho greenwashing (lavado verde). H&M y COS son un claro ejemplo de cómo se camufla la actividad tan negativa de una megaempresa con una línea sostenible. En un estudio que se compartió en una conferencia hace poco, el público tenía en mente que H&M era una empresa de moda sostenible. Increíble lo que hace el buen marketing.”
Aunque por el momento no existe un único logotipo para identificar el textil sostenible, hay diversos certificados que pueden ayudar a saber que se está comprando. Algunas de ellos son la Global Organic Textile Standard (GOTS), basados en inspecciones en el lugar de operación, certificación de la cadena de procesamiento y la comercialización textil; o la Ecoetiqueta Europea diseñada por la Unión Europea que tiene en cuenta las sustancias químicas utilizadas en los cultivos, las emisiones y los vertidos al alcantarillado.
Un nuevo impulso de la moda reciclada
La tercera de las tendencias que está adquiriendo importancia dentro de la moda sostenible es la confeccionada a partir del reciclaje de productos. Este es el caso de Ecoalf, marca creada por el empresario Javier Goyeneche y que fabrica sus prendas a partir de redes de pesca usadas, botellas de plástico y neumáticos utilizados, posos de café y algodón y lana post industrial.
Debido a la particularidad de los materiales, según explica Carolina Blázquez, representante de Ecoalf, “cuando comenzamos a producir hace seis años, no éramos capaces de encontrar la tecnología en España necesaria para conformar todos estos materiales y tuvimos que dirigirnos a Asia.” En cambio, ahora son capaces de dirigir su propio proyecto en España, “Upcycling the ocean”.
Esta iniciativa, puesta en marcha hace dos años, consiste en elaborar prendas de ropa y complementos a partir de los plásticos que yacen en el mar. Para ello, cuentan con la colaboración de los pescadores en la recogida y la de Ecoembes para su clasificación. “Debido a la calidad dispar de estos materiales, solo algunos son reutilizables y suponen todavía solo una pequeña parte de nuestra colección", explica Carolina Blázquez. Sin embargo, Ecoalf plantea conseguir más barcos pesqueros que se unan a esta misión: “Estaremos haciendo un doble función limpiar el océano y crear ropa”, añade Blázquez.
Ecoalf forma parte del grupo de trabajo Basuras marinas de Conama 2016 que tendrá su sesión el jueves 1 de diciembre de 9:00 a 11:30. En ella se abordará el problema global que suponen los residuos para los océanos en las sociedad y las posibles vías para minimizar sus efectos. Acto seguido comenzará el evento de la sala dinámica Decálogo ciudadano: basuras marinas, organizado por Ecoembes.
Como se puede ver, la moda sostenible no sólo existe sino que llega para quedarse y ofrecer una alternativa a los consumidores. A pesar de que todavía no hay unas normas, criterios o certificados universales, sí que presenta iniciativas interesantes que están cambiando poco a poco el mercado y la forma de ver la moda. La respuesta verde también puede estar en nuestros propios armarios.